Aún hoy, varios objetos siguen siendo rescatados de los depósitos familiares por Espinosa, y luego de cada hallazgo se confirman y amplían las hipótesis que arriesgaban una misteriosa presencia de esos trastos en diálogo con el tiempo. A pesar de los signos del devenir siguen ofreciendo la posibilidad de una acción, a veces latente, a veces congelada pero que mantiene en vilo las certezas.
Ciertos recuerdos de la infancia, en compañía de su tío abuelo, mueven a Luis Espinosa a sospechar el influjo de esos objetos sobre el presente, como si descubrirlos fuese aprender un idioma o descifrar los signos de un lenguaje arcano.
La inútil utilidad que todavía ostentan permite reconstruir los secretos de una vida que a la vez que se enuncia permanece vedada.
Pelmundo Carretti en 1984
Dibujo de Luis Espinosa 1984
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